HISTORIA VERDE Y BLANCA: PABLO NOGUERA
Desde sus seis años comenzó a jugar al básquet vistiendo la camiseta de la Academia, dejó una huella imborrable entre sus compañeros y todos los racinguistas, fue tres veces campeón de La Liga Provincial seguidas, e hizo esfuerzos enormes por vestirse de verde y blanco. Esta es una entrevista a Pablo Noguera.

Pablo Noguera nació en Tandil, pero a los pocos años se vino a vivir a Gualeguaychú, donde comenzó a jugar al básquet. Defendió durante años la camiseta de Racing, incluso teniendo que viajar miles de kilómetros mientras estudiaba en Buenos Aires. Jugó en otros equipos como Banco Nación y en Sociedad Hebraica Argentina de capital, pero siempre será recordado en la Academia.
-¿Cómo fueron tus inicios en el básquet, Pablo?
-Empecé a jugar al básquet en Central, cuando tenía apenas cuatro o cinco años, pero en seguida me mudé a la casa donde aún viven mis padres, en San Juan e Irigoyen, a cinco cuadras de Racing Club. A partir de ahí, a mis seis años aproximadamente, empecé a ir a Racing y ya me quedé.
Recuerdo que empecé a entrenar con “Mica Romani”, y desde ahí jugué en todas las formativas. Cuando era chiquito me costaba, porque la coordinación fina y demás no era mi fuerte, pero empecé a tener algunos amigos ahí y a ir con más frecuencia. Por ahí iba a la siesta y me quedaba varias horas, tenía prácticas con uno u otro profe y a veces me quedaba con una categoría un poco más grande.
-¿Qué es el club para vos?
-Racing Club fue y es muy importante en mi vida. Cuando yo estudiaba y jugaba en primera, viajaba de madrugada, todos los fines de semana, muy lejos, para ir a jugar en las Ligas Federales y la Ligas Nacional B. Al día de la fecha me pregunto a veces cómo hacía para hacer todo lo que hacía en este momento, y la verdad que lo disfruté mucho. Lo recuerdo con mucho cariño, y me parece muy lindo también haber dejado una huella, en un grupo de amigos que formamos de entrada y después se fue haciendo una bola un poquito más grande. Haber jugado a nivel nacional con el club y haber defendido los colores como lo hicimos, me da mucho orgullo, y la verdad que siempre lo recuerdo con mucho cariño.

-Nombraste a Armando Romani… ¿por qué te marcó?
-“Mica” fue el primero de los técnicos que tuve, era un profesor muy ordenado a la hora de entrenar, y un tipo que nos marcó por su carácter lúdico del entrenamiento. A la vez nos tenía ‘cortitos’, se entrenaba bien a pesar de ser muy chiquitos.
Después, yo debuté muy jovencito en primera, calculo que tenía dieciséis. En un equipo con muy buenos jugadores, y la verdad que haber formado parte de ese equipo también estuvo bueno: había muchos jugadores históricos. Nombres como Aleu, Guastavino, Gabino, un montón de jugadores muy importantes de la historia del básquet local.
Sin dudas también jugué con otro gran equipo, lleno de pibes. En su momento también me marcó Mario Rodríguez, porque nos generó un montón de aprendizajes con su manera de ver el básquet y de sentirnos cómodos en su manera de jugar más allá de nuestra juventud.

-¿Qué recuerdos has vivido en el club?
-Son emocionantes todos los recuerdos y todas las cosas que hemos vivido ahí, y también los logros que hemos tenido. No sé si después se ha podido igualar, pero nosotros fuimos tres veces seguidas campeones provinciales de primera, creo que después no se volvió a repetir.
El club sobre todo me ha dejado mucha gente: tengo algunos amigos de mi vida ahí, y mi viejo siguió colaborando con el club por muchos años más, mis sobrinos han jugado también. Siempre soy y seré de Racing.
Actualmente yo no voy mucho a Gualeguaychú, tengo mis viejos allá pero a los partidos se me complica ir. Igual a Racing lo tengo muy presente, cuando jugaba por la Liga lo veía por YouTube o BasquetPass.
-¿Para vos, qué importancia tiene el deporte en general, y el básquet en particular?
-Me parece que las cosas han cambiado mucho en toda la sociedad, y la contención social que el club puede brindar siempre sigue siendo muy importante, más allá de que hoy la vida de los chicos es muy diferente. Yo recuerdo haber pasado tardes enteras allá, pero hoy en día con las obligaciones que los chicos tienen sinceramente es difícil pensar en eso.
También creo que ha cambiado el rol del profesor en general, antes era mucho más ‘formador’, ahora simplemente son profesores que ocupan las horas libres dando básquet. Antes era todo con mucha más pasión, con mucho más amor al básquet, creo que muchas cosas han cambiado, que son sumamente importantes. Sin embargo, la esencia del club y la razón social sigue siendo la misma.
¿Te gustaría ser entrenador?
-La verdad es que miro mucho básquet, estoy generalmente muy informado. Me gustan las ligas locales y provinciales, también miro NBA y La Liga Nacional. Ser entrenador de básquet es algo que demanda mucho tiempo y hoy por hoy no lo tengo.
-¿Te acordás alguna anécdota en particular en todo tu paso por Racing?
-Hubo muchas locuras que se hacen de chico que hoy si las quiero pensar, no sé como hice. Por ejemplo, en un momento en el que estaba Enrique Ghiglione en el club, que me apoyó y me bancó mucho, yo estaba estudiando en Buenos Aires y trabajaba a la una de la tarde. Me acuerdo que jugábamos en Río Cuarto y él me esperaba a la salida del lugar donde trabajaba, en microcentro, y salíamos. Jugaba a las nueve de la noche: llegaba, me cambiaba, y jugaba. Terminaba el partido, viajaba toda la noche y me volvía a laburar y a cursar de vuelta. Uno a la distancia no sabe cómo hizo tantas cosas, pero son cosas que nos llenan el alma.
Otra vez me acuerdo que rendí un parcial un sábado a la mañana y jugábamos un partido importante también en Córdoba y me acuerdo que fui a aeroparque, me tomé un avión, jugué y volví. Encima me acuerdo que jugué muy mal (risas). Pero bueno, son muchos sacrificios y cosas divertidas que hemos pasado, hay varias anécdotas más, y muchas lindas sensaciones. Emociones juntas y amor por el club, amigos con los que he compartido equipo y la hemos pasado muy bien. Uno recuerda muy lindos momentos, de hecho ahora cuando uno va al club a ver algún partido, la gente recuerda lo que hicimos.
Sin dudas, Pablo dejó un gran recuerdo en nuestro club, más allá de sus títulos. Por cuestiones laborales, en 2012 llegó a Arrecifes, donde se asentó como kinesiólogo, jugó al básquet en el Club Ricardo Gutiérrez, y formó su familia, aunque sigue viajando a nuestra ciudad y alentando a la Academia desde donde sea.
Ante el retiro de Pablo, en el diario Uno de Arrecifes anunciaron:
“Un líder positivo, de alto rendimiento y bajo perfil, respetado y querido (…). Ojalá Pablo siga ligado al club porque no se borrará del corazón de los hinchas y del respeto unánime a su calidad humana y su profesionalismo (…)”. Es un orgullo para la institución que personas como él generen eso en cualquier equipo. ¡Gracias por ser del verde, Pablo!